jueves, 21 de julio de 2011

La sociedad de los niños huérfanos

 No hay excusas. Cuando hablamos afectadamente de la drogadicción, el alcoholismo y la violencia que afecta a nuestros hijos, no olvidemos que somos sus padres. El consumo de alcohol crece geométricamente, año a año, en la Argentina. Los adultos no son abstemios. No se les puede hablar de alcoholismo a los chicos con un vaso en la mano. Los psicofármacos (sedantes, ansiolíticos, antidepresivos) se consumen como golosinas, se registran picos de 12 por ciento anual de crecimiento en las ventas, se tragan sin receta médica, por automedicación, por recomendación de un amigo o conocido o también como recurso médico para calmar impaciencias de pacientes en pocos minutos. Una sociedad de adultos adictos (que se excusan en el estrés, en las preocupaciones, en el agotamiento por el trabajo, o simplemente en la insatisfacción  vital para consumir salvajemente esos y otros fármacos, como el viagra o las anfetaminas supuestamente adelgazantes) ¿puede espantarse de la drogadicción juvenil?. Adultos que adoptan el maltrato como modo de comunicación, que usan sus autos como armas de competición, que se desentienden de las necesidades del prójimo, que se matan en las carreteras y se maltratan en las relaciones laborales y afectivas, que se descalifican de los peores modos, ¿creen de veras que la violencia juvenil es un fenómeno espontáneo y no la adopción de un modelo mamado en los hogares, en las calles, en las pantallas, en los colegios, en los estadios, en los discursos y también en las acciones de políticos y funcionarios?
Nuestros hijos son espejos que nos miran. A diferencia de los espejos que tenemos en el baño, no se trata de objetos decorativos. Nuestros hijos no solo reflejan nuestra imagen, la imitan y nos la devuelven. Lo que vemos en ellos es lo que somos, lo que proyectamos. Culpar al espejo es, siempre, un ejercicio de irresponsabilidad. Y no se sale sin consecuencias de ese ejercicio.
                                                                                                                                          Sergio Sinay

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